martes, 4 de mayo de 2010

Nacho Vegas - Entrevista "El Manifiesto Desastre"

Habla lento, casi en voz baja,pero con cordialidad.
La larga cabellera que le cae sobre el rostro funciona igual como muro de sonido que como refugio para la mirada, la propia y la ajena. Pide un orujo y después otro en el Café Gijón, en Madrid, donde Vegas pasa cada vez más tiempo pero adonde no termina de querer mudarse. Una respon sable de su discográfica acaba de entregarle la copia máster de su nuevo disco,

El manifiesto desastre, de cuyo resultado está humildemente satisfecho a pesar de que, al terminar, "siempre se descubren cosas que se querrían haber hecho de otra manera", dice. Viene de Valencia, donde le han hecho un traje a medida –un capricho que le ilusiona y sonroja por igual– que espera recibir al día siguiente en Madrid. A sus 33 años –34 el 9 de diciembre–, tres después de su último disco y con tres proyectos paralelos entre medias, el gijonés Nacho Vegas se encuentra, probablemente, en el momento clave de madurez de su carrera. Y así se lo toma.

¿A qué se debe el título del disco?

Es una cosa que mi madre me llamaba de pequeño. Cuando hacía alguna trastada me decía: "Eres un desastre manifiesto". Yo pensaba que era una cosa que se decía en Asturias, pero preguntaba a mis amigos y a nadie le llamaban eso. No sé de dónde lo sacó mi madre, se lo tengo que preguntar.

Luego también es una frase hecha que se utiliza en los medios, "un desastre manifiesto". El disco es como un decálogo –imperfecto, de once temas– de lo que me ha pasado en los últimos dos años, por eso también le he dado la vuelta al orden de las palabras, para que quedara un manifiesto como el Manifiesto Comunista o el Manifiesto por la Lengua.

Después de escuchar El manifiesto desastre, la sensación es que hay un salto mucho mayor con respecto a tus tres primeros discos, que tenían una continuidad mucho más lógica.

Tienes razón. Los tres primeros forman parte de una etapa en mi vida en la que grababa un disco, salía de gira y enseguida tenía canciones para otro disco. Cuando acabé Desaparezca aquí , la banda no estaba en un buen momento, había problemas internos, y yo quería tomarme un respiro.
No tenía muy claro cómo quería que fuera mi siguiente disco, pero por otro lado quería seguir grabando las canciones que iba haciendo. Entonces surgió el proyecto con Bunbury, lo de Christina, lo de Lucas 15 con su gira… Todo eso me sirvió para tomarme un tiempo que se nota en este disco. La mirada cambia en tres años. Además, a nivel personal pasan cosas y también te afecta.

Ahora que conoces a Bunbury, ¿cómo viviste la polémica por su plagio?

Cuando surgió todo estaba en El Puerto de Santa María grabando el disco. Al principio me lo tomé un poco a broma, pero luego hablé con Enrique y vi que estaba disgustado. Empezaron a salir más y más cosas y creo que se cargaron las tintas con algo que no era tan importante. Los artículos que leí en El Mundo eran terribles, muy dañinos y muy poco justos. Le hizo mucho daño a la promoción, porque se habló mucho del plagio y nada de su disco, que me parece muy buen disco. A cualquiera que tiene un poco de éxito se le quiere hacer daño, convertir en un títere al que disparar. Si no fuera porque es Bunbury, todo hubiera sido de otra manera.

¿Fue a raíz de ese caso que acreditaste al poeta portugués Fernando Pessoa en tu disco?

No, es algo que hice a conciencia. Utilicé cuatro o cinco versos de Pessoa en En lugar del amor, y como lo había hecho tan a conciencia me sentí obligado a ponerlo. Pero lo que hizo Enrique yo lo he hecho otras veces, coger versos y frases de otra gente y ponerlos. A veces las acreditas y a veces no. No creo que la intención de Enrique fuera hacer pasar por suyo algo que no es suyo, sino utilizar algo ajeno para reinventarlo y crear otra cosa. En mi disco hay, por ejemplo, una frase de Homer Simpson que no acredité. ["En teoría también funciona el comunismo", en Lole y Bolan]. Y una de t. s. eliot en ‘el tercer día’.

Sí, pero es tan conocida que tampoco la vas a poner. Si empiezas a poner todas las referencias…

En Christina rosenvinge, más allá de vuestra relación sentimental, ¿has encontrado a una musa?

No. Lo que ocurrió es que el disco con Christina fue una experiencia muy particular. Había que escribir canciones de una manera muy urgente, rápida, y nos utilizamos como personajes, en ese sentido sí la utilicé como musa.

Entonces es que sí.

Me ha dejado mucha huella, el disco que hicimos y la relación que tenemos.

¿Qué te ha parecido su disco?

Muy bueno, me ha gustado mucho.

¿le aportas más tú a ella o ella a ti?

Yo creo que me ha aportado más ella a mí. Al menos, he cogido más cosas de ella para mis propias canciones. Creo que se nota en las canciones de este disco, la he usado mucho para cantar, también como personaje, porque me interesa ella no sólo como persona sino como artista.

Por las letras del disco, da la sensación de estar obsesionado con el tiempo.

No lo había pensado, pero el paso del tiempo está muy presente, sí. Es lo que intento decir en la canción Detener el tiempo: a partir de que tenemos uso de razón, pero sobre todo cuando pasa el tiempo eres más consciente de que te pasas la vida tratando de buscar momentos que te den la sensación de que puedes detener el tiempo y disponer de la eternidad para ti solo. A veces te ocurre con canciones, un libro, una película, o con sensaciones fuertes como el amor o el dolor intensos. Supongo que esa idea está reflejada en el disco de varias maneras.

En otras canciones, como Crujidos o Un desastre manifiesto, está muy presente la culpa.

Tampoco me gusta mucho caer en el tópico de la canción como algo que te redima. Cuando haces algo porque sientes que lo tienes que hacer, y luego te das cuenta de que fue un error enorme surge un conflicto, no sabes muy bien cómo explicarte qué es lo que ha fallado, sobre todo cuando cometes el error una y otra vez. Esos conflictos son los que dan lugar a las canciones.

Crujidos habla de una espiral de errores, de no acabar nunca de hacerlo bien. Es algo que al final uno asume y tiene que vivir sabiendo que se va a
estar todo el día haciendo preguntas sin encontrar respuesta, sino encontrando más preguntas como respuesta.

La espeluznante Morir o matar, con esas alusiones al consumo de heroína, va a dar tema a los que creen que juegas a ser un maldito.

Morir o matar es la canción más dolorosa del disco, me costó mucho escribirla. El tema de las drogas me aburrió un poco después del disco anterior, me preguntaban mucho por ello. Pero también decidí que si en una canción tiene que estar, tiene que estar. Uno tiene que saber abstraerse de todo para no autocensurarse, y en estos últimos tres años han pasado cosas: relaciones fracasadas y momentos de abuso de drogas que han llevado a eso, a que las
relaciones fracasaran, y todo eso está en algún momento en las canciones, como cualquier otro detalle. Cuando hablo de algo es porque sé más o menos de lo que hablo.

No es por ir de nada.

De hecho, hace poco asegurabas que te considerabas más un bendito que un maldito.

Nadie se considera un maldito, es una etiqueta que te ponen. Yo soy un bendito porque lo que en realidad persigo en la vida es ser bueno, buena persona, mucho más que hacer buenas canciones. Creo que es difícil conseguirlo, pero por lo menos tengo ese propósito y ese va a ser el camino.

¿en qué momento de bondad estás ahora?

Ahí, ahí, todavía en el primer campamento. en el número 99 de ‘rolling stone’, de enero de 2008, pedías como deseos para este año que el sporting
subiera a Primera…

¡Y que Leonard Cohen viniera a tocar a España! ¿Viste?

Acerté con los dos. Si lo llego a saber pido la paz mundial.

La que se armó cuando el Sporting subió a Primera…

Gijón cambió.


Para 2009 ¿te puede valer una colaboración con Andrés Calamaro?

Soy muy fan suyo. Lo conocí este año en Bilbao y hablamos de hacer algo juntos. Tengo unas canciones esbozadas que me apetece maquetar, cuando tenga tiempo, y mandárselas; creo que serían perfectas para que las acabáramos juntos.

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